La conspiración
detrás de las nuevas traducciones de la Biblia
Daniel B. Wallace,
Ph.D.
traducido por Rafael Serrano
traducido por Rafael Serrano
English
Este es el
primero de una serie de breves ensayos ocasionales de “La cátedra improvisada
del profesor”. No busca ser una exposición detallada sino más bien, dar
elementos para pensar y desafiar algunas ideas que gozan de mucha popularidad.
Introducción
La primera
traducción importante de la Biblia en inglés que apareció después de la versión
del Rey Jaime (1611) fue la Versión Revisada de 1881. Desde entonces han
aparecido muchas traducciones en inglés, la mayoría de las cuales han usado una
base textual diferente de la que se usó para la versión del Rey Jaime (KJV por
su sigla en inglés). La diferencia se aprecia mucho más en el Nuevo Testamento.
Al mismo tiempo que se publicaba la versión Revisada (RV por su sigla en
inglés) se publicó el texto griego del Nuevo Testamento de Wescott y Hort, dos
eruditos de la Universidad de Cambridge. Este texto griego era el fruto de 28
años de investigación y se publicó el 12 de mayo de 1881, acompañado de un
volumen introductorio que daba razón de los textos elegidos.
Westcott y Hort
pudieron convencer a la gran mayoría de eruditos del Nuevo Testamento de la
validez de sus elecciones textuales. Ellos sostenían, en lo esencial, que el
texto griego que servía de base al Nuevo Testamento de la KJV era inferior y
tardío. Como es bien sabido, el texto griego que se usó en 1611 se basaba
mayormente como en una media docena de manuscritos (ninguno anterior al siglo
12 d.C.). Esos manuscritos fueron los que usó Erasmo en 1516 cuando publicó el
primer Nuevo Testamento en griego[1]. (De esto hablaremos en un
ensayo posterior).
Pero estos
pocos manuscritos (MSS) venían de un grupo más grande. De hecho, la mayor parte
eran como la mayoría de los MSS griegos de la Edad Media. Pero Wescott y Hort
(WH) dijeron que este texto mayoritario era tardío e inferior. Ellos
prefirieron los MSS unciales (conocidos con las letras Alef, A,B,C,D), que databan
todos ellos de los siglos cuarto y quinto. También prefirieron la evidencia más
antigua y la evidencia patrística. Dos MSS en particular, el B y el Alef,
fueron los favoritos de WH. Ambos procedían del siglo cuarto.
¿Cómo hicieron
WH para destronar el Textus Receptus
y los MSS griegos en que se basaba? Ellos lo hicieron esgrimiendo tres
argumentos: (1) Ningún padre de la iglesia de antes del año 325 d.C. citó jamás
el texto Bizantino (o sea el grupo de MSS griegos en que se basaba el Textus Receptus), mientras que el texto
Alejandrino estaba representado ampliamente antes de ese período. (2) El texto
Bizantino mostraba en algunos lugares su dependencia de dos tradiciones más
tempranas, la Alejandrina y la Occidental. Los primeros editores del texto Bizantino
de vez en cuando combinaron (o
fusionaron) los textos de las tradiciones Alejandrina y Occidental, mientras no
se observaba que el texto Alejandrino combinara el texto Occidental y el
Bizantino, ni que el texto Occidental combinara el texto Alejandrino y el
Bizantino. (3) El texto Bizantino, después de un escrutinio cuidadoso,
demostraba ser inferior en su redacción, ya sea
porque no se ajustaba a la redacción del autor o porque se movía en una
dirección predecible (por ejemplo, añadiendo palabras aclaratorias).
Entonces, con
esos argumentos, WH demostraron que el texto Bizantino era tardío (argumento
patrístico), secundario (argumento de la combinación de textos), e inferior
(argumento de la evidencia interna). Aunque hoy se cuestionan algunos elementos
de esa visión general, la mayoría de eruditos del Nuevo Testamento consideran
que este esquema general es un argumento poderoso contra la superioridad del
texto Bizantino. Esa es la razón de que el Textus
Receptus haya sido destronado.
¿Conspiración o evidencia?
¿Qué, pues,
motivó a la gran mayoría de eruditos del Nuevo Testamento a considerar a los
MSS más antiguos como mejores representantes del texto original del Nuevo
Testamento? Pues en una palabra, la evidencia. El argumento de WH era sólido.
Es interesante notar, que en la época de WH sólo se conocía un papiro del NT;
hoy se han descubierto casi cien. ¡Son como doscientos años más antiguos que
los grandes unciales! Y, lo que es más interesante, ninguno de ellos es Bizantino. Si el texto Bizantino fuera el texto
original, ¿por qué muestra una evidencia patrística o MSS tardía? De hecho,
para las cartas de Pablo, los MSS Bizantinos más antiguos son del siglo noveno. ¿Y de qué fecha son los MSS Alejandrinos más
antiguos? Del siglo segundo.
Desde que se
publicaron el texto de WH y la RV se ha desatado un contra-ataque feroz desde
los círculos que prefieren la KJV. Aquí no estamos interesados per se en el debate sobre la traducción
al inglés; nuestra preocupación se centra en la base textual, los manuscritos
en que se basan las traducciones. El ataque que mencionamos ha tomado
diferentes formas, como las de contradecir los puntos principales del argumento
de WH, o desacreditar los MSS más antiguos, o incluso desacreditar también a
los eruditos que sustentan esos puntos de vista. En este ensayo vamos a tratar
los dos últimos puntos. (Se sugiere consultar mis artículos sobre el texto
mayoritario para informarse mejor sobre el primer punto).
En lo que
respecta a desacreditar los MSS más antiguos, John W. Burgon, decano de
Chichester (al sur de Inglaterra), sostiene que los antiguos escribas
conspiraron contra la fe. Si fue así, entonces su trabajo fue pésimo porque
dejaron muchas cosas sin cambios. (F. H. Scrivener, considerado por muchos
fanáticos de la KJV como el más grande crítico textual del siglo diecinueve
[parcialmente porque él simpatizaba con mucho de lo que Burgon estaba diciendo]
argumenta en contra de la teoría de la conspiración). De hecho los escribas más
antiguos cambiaron incluso algunos textos para hacerlos aun más ortodoxos.
Realmente, todos los escribas hicieron eso. Como se sabe muy bien, los
evangelios sinópticos tienen muchos paralelos entre ellos. Algunas veces el
texto es exactamente el mismo en dos o más; otras veces hay diferencias muy
interesantes, pero todos los escribas
cambiaron en ocasiones el texto de un evangelio para que estuviera conforme a
otro. Si los grandes unciales conspiraron contra la fe, como supone Burgon,
entonces ¿por qué los escribas de cada uno de ellos trataron,
independientemente el uno del otro, de armonizar los evangelios?
Tomemos como
ejemplo Juan 4:17. En este pasaje, Jesús está hablando en el pozo con la mujer
samaritana. En un momento dado él le dice: “Ve a llamar a tu esposo y vuelve”;
y ella le responde: “No tengo esposo”. Jesús le dice: “Has dicho correctamente
‘Esposo no tengo’ ”. En prácticamente todos los MSS, Jesús cambió el orden de
las palabras de la mujer (pone la palabra “esposo” en primer lugar en la frase,
para dar énfasis). Lo hizo intencionalmente. Es como si estuviera diciendo
“Señora, usted tiene a alguien en casa, pero ese no es su esposo”. Pero es
interesante ver cómo dos MSS antiguos cambiaron el orden de las palabras de
Jesús. Aparentemente a los escribas les preocupaba que Jesús, aunque se suponía
que estaba citando las palabras de la mujer, no lo hiciera exactamente como
ella dijo. Esto parecía ofender el punto de vista que ellos tenían del carácter
de Jesús o de la infabilidad de la Biblia. Uno de ellos cambio las palabras de
Jesús para hacerla una cita indirecta: “Dices la verdad al decir QUE no tienes
esposo”. ¡Otro cambio las palabras de la
mujer para que se conformaran al orden con que Jesús las dijo!
Aparentemente él no podía imaginarse al Señor citando las palabras de la mujer
de otra manera que no fuera la exacta, así que el Señor dijo exactamente lo que
ella dijo, ¡entonces ella las dijo primero en el orden incorrecto! Así que el escriba cambio las palabras de
ella. Estos dos MSS, Alef y D, ilustran la piedad de los escribas. Las
correcciones que hicieron estaban mal, por supuesto, pero difícilmente podemos
acusarlos de estar motivados por una conspiración.
El punto de
vista de Burgon de que estos MSS antiguos
no eran buenos parece ser un pronunciamiento prejuiciado, tanto que prácticamente
ningún erudito del Nuevo Testamento lo comparte (ni siquiera aquellos que están
a favor de la teoría del texto mayoritario) pero, ¿qué podemos decir acerca de
la teoría de la conspiración?
¿Una conspiración de la Nueva
Era?
En tiempos
recientes, unos que están a favor de usar únicamente la KJV han sostenido que
los eruditos que produjeron el texto de WH y los que lo apoyan hacen parte de
una conspiración mundial. Acusan a estos eruditos de destruir las doctrinas de
la divinidad de Cristo, el nacimiento virginal, la salvación por gracia, etc.
Algunos sostienen que detrás de las traducciones modernas está una conspiración
de la Nueva Era .
En respuesta a
esto hay que considerar algunos puntos. Primero, las teorías de la conspiración
van en aumento entre los evangélicos en estos días, y eso es una señal
preocupante. Por su naturaleza, las teorías que hablan de conspiraciones, le
piden al lector que rechace completamente un punto de vista y adopte el otro,
sin examinar la evidencia. (Un libro reciente que aboga por una teoría de la
conspiración contiene miles de errores fácticos y representaciones falsas, a
todo lo cual no ponen ningún reparo aquellos que se dejan llevar por su aura).
Eso me hace acordar de muchos libros populares que se venden en las librerías
cristianas con una propaganda en la cubierta que dice. “El diablo no quiere que
usted lea esto”, la mayoría de las veces el autor lo único que quiere al
escribir esa frase es que su libro se venda. En realidad esa propaganda está
llena de soberbia. Lo que realmente el diablo no quiere es que leamos la Biblia. Además, elevar un producto
simplemente humano a la lista de libros prohibidos por Satanás es simplemente
falso y pomposo.
Una vez que se
levanta el grito de que hay una conspiración, se cubre con una nube de sospecha
a una de las dos partes bajo consideración. No se examinan las bases endebles
de su propia posición sino que se arroja el ácido de argumentos parcializados y
ad hominem contra la oposición.
Frecuentemente, en lo que respecta a este tema en particular, se rotula a los
que mantienen el punto de vista opuesto como “siervos de Satanás” y sus
traducciones son llamadas “Biblias bastardas”.
Mark Noll
escribió recientemente un libro magnífico titulado: El escándalo de la mente evangélica. Habla en él acerca de cómo los
evangélicos norteamericanos han decidido tirar sus cerebros y abrazar una línea
partidista, una experiencia, emocionalismo, etc. Pero la historia del cristianismo
a través de todo el siglo pasado fue de índole diferente. La Iglesia
consideraba que por lo menos algunos de sus miembros debían ser eruditos,
hombres y mujeres, que dedicaran sus mentes a Dios, que cultivaran la vida de
la mente. El simple hecho de que las teorías de la conspiración acerca de las
traducciones bíblicas estén siendo rápidamente aceptadas por algunos círculos
evangélicos es una acusación contra los evangélicos. Para ser francos, esta
tendencia es síntoma de que los cristianos en este país se están embruteciendo.
Los evangélicos están atrincherándose cada vez más en el castillo
anti-intelectual, sin enfrascarse en debates serios con los demás.
Segundo, si
existe realmente tal conspiración, ¿Por qué, entonces, la mayoría de seminarios
y universidades evangélicas que creen en la Biblia, usan las traducciones
modernas y los MSS griegos que las sustentan? Si los fieles quieren encontrar
errores en las creencias de esas instituciones entonces deben ir directo a la
cabeza y atacar sus creencias más que el uso de una Biblia incorrecta. Pero el
asunto siempre es el mismo: una Biblia incorrecta debe significar, por
implicación, creencias incorrectas. Pero a las creencias no las examinan.
En tercer
lugar, déjenme detenerme un poco en el asunto doctrinal. ¿Cuáles doctrinas
están en entredicho? ¿La divinidad de Cristo? Claro que no, pues todos los
evangélicos, sin importar que Biblia usen,
mantienen la doctrina de la divinidad de Cristo. Todos ellos encuentran
en sus versiones textos que respaldan esta doctrina. De hecho, algunos estudios
han demostrado que la divinidad de Cristo está mejor sustentada en las
versiones NVI, NASB, etc., que en la KJV. ¿Y qué de la doctrina del nacimiento
virginal? Nuevamente la respuesta es que no. Esta doctrina no está amenazada en
las nuevas versiones; todos los evangélicos mantienen esta doctrina. Una de las
mejores defensas del nacimiento virginal fue escrita por Gresham Machen, el
fundador del Westminster Seminary,
una persona que no cree que los MSS en que se basa la KJV sean los mejores. ¿Y
qué de la doctrina de la infabilidad de la Biblia? ¿De la de la Trinidad? ¿De
la de la salvación por gracia? ¿De la de la justificación por fe? Mencione
usted la doctrina que sea, pero ninguna doctrina evangélica está en peligro por
las nuevas versiones o por los MSS que las sustentan. Esa es la realidad. ¿Qué
doctrinas van a cambiar si cambiamos de versión? El Westminster Seminary mantiene todavía la Confesión de Westmister;
la Trinity Evangelical Divinity School
sigue manteniendo su fuerte declaración doctrinal, igual sucede en su
declaración con el Dallas Seminary,
el Grace Seminary, el Talbot, el Western, el Denver, el Capitol, etc. Y más aún, la gran mayoría
de los profesores de esas universidades usan las versiones modernas y los MSS
que las sustentan. ¿Dónde está la relación de causa y efecto entre nuevas
versiones y herejía?
Bueno, ciertamente los conspiracionistas pueden encontrar herejes que usan
versiones modernas, pero esto no tiene nada que ver con el asunto que nos
ocupa. ¿Por qué? Pues sencillamente porque se pueden encontrar igual o mayor
número de herejes usando la KJV. (De hecho, en el siglo diecinueve la KJV se
convirtió en una pelota de pin-pon en los debates en inglés sobre la divinidad
de Cristo. Los que defendían la divinidad de Cristo apelaban al texto griego
puesto que los traductores de la KJV no habían traducido acertadamente algunos
textos). Es algo similar a lo que dice 2
de Pedro 3:16 “En todas sus cartas [Pablo] se refiere a estos mismos
temas. Hay en ellas algunos puntos difíciles de entender, que los ignorantes e
inconstantes tergiversan, como lo hacen también con las demás Escrituras, para
su propia perdición”. El asunto es si hay gente ortodoxa y meticulosa apoyando
las versiones modernas. Claro que los hay, y en gran medida. La fe entregada
una vez a los santos no está en peligro con las versiones modernas. El
verdadero peligro está en que los cristianos nos desviemos de nuestra misión en
la vida que es compartir las buenas noticias de Jesucristo con un mundo que
agoniza, y hacerlo con compasión y con
claridad.
Entonces,
¿Existe una conspiración hoy en día? Mi respuesta puede sorprender al lector:
sí, hay una conspiración. Pero esa conspiración no es producto de las versiones modernas. Yo creo, más bien, que
hay una conspiración para causar división entre los creyentes, desviar nuestra
atención del evangelio para hacernos concentrar en asuntos triviales, en
exaltar un espíritu anti-intelectual que no le hace honor a la mente creada por
Dios y en considerar como la única Santa
Biblia a una versión que, tan lúcida como lo fue en su día, hace que
cuatrocientos años más tarde el evangelio parezca anticuado y difícil de
entender[2]. No hace falta pensar
mucho para ver quién está detrás de tal conspiración.
[1] El texto de Erasmo tuvo cinco ediciones.
Otros continuaron el trabajo desde donde él lo dejó, pero esencialmente
mantuvieron prácticamente el mismo texto. Una de las ediciones de Teodoro Beza,
hecha hacia el año 1500, fue la que constituyó el texto en que se basó el Nuevo
Testamento de la KJV. Hacia el año 1550, la tercera edición del texto griego de
Stephanus traía al margen variantes textuales de algunos otros testimonios,
pero todavía era en su mayor parte el mismo texto de Erasmo. Hacia el año 1633
se le habían hecho algunos cambios menores a ese texto, pero era lo
suficientemente estable como para que la edición publicada por Elsevirs lo
mencionara en el prefacio como “el texto ahora recibido por todos”, o el Textus Receptus. Lo interesante es que
esa expresión era más producto de una exageración del editor que de un
consenso, porque muchos, si no la mayoría, de erúditos del NT hacía mucho
tiempo que habían llamado la atención de las muchas debilidades de ese texto.
El texto que se publicó era entonces, aun en el mismo siglo diecisiete, más un
texto de conveniencia que un texto de convicción.
[2] Algunas veces se escucha el argumento de
que el no creyente es incapaz de entender el evangelio. Se cita 1 Cor 2:12-14
como prueba de ese argumento. Se considera entonces que la KJV es la mejor
Biblia porque los no creyentes no la pueden entender fácilmente. No obstante,
este argumento se refuta a sí mismo. Primero, es una perversión de 1 Cor
2:12-14, texto que esencialmente dice que el no creyente no entiende porque no está dispuesto a aceptar; su problema es
de volición más que de cognición. Segundo, si este argumento fuera cierto,
entonces podríamos esperar que un recién convertido súbitamente entendiera el
inglés de la época de la reina Isabel I de Inglaterra. Pero ese no es el caso:
los recién convertidos tienen igual dificultad en entender la KJV como la
tienen los no creyentes. Tercero, ¿por qué los eruditos no creyentes
especialistas en Shakespeare no tienen ninguna dificultad en entender la KJV?
Cuarto, por analogía: el NT fue escrito en griego koiné o griego “común”. Ese
era el lenguaje de la época, entendible fácilmente de Atenás a Roma y de Cartago a Jerusalén.
¿No deben, entonces, nuestras versiones modernas entenderse fácilmente? Lo que
pasa en realidad es que algunos conceptos
no se captan fácilmente, ni siquiera por creyentes maduros (tanto que Pedro
lo dijo acerca de los escritos de Pablo), pero ¿para qué hacer del lenguaje una
piedra de tropiezo? La cruz es la única que debe ser una piedra de tropiezo;
con ella es suficiente.